lunes, 30 de abril de 2007

Razón y sabiduría

Filosofía, tarea ingente a la que los mejores cerebros y almas de nuestra Humanidad han dedicado esfuerzos y pasiones. Amor a la sabiduría, no solo razón analítica, uso técnico de la razón, sino apuesta íntegra del hombre por la búsqueda de la verdad que parece estar oculta más allá de nuestros sentidos, de nuestras cotidianas vivencias, de las palabras que escuchamos y pronunciamos. Verdad, siempre cercana, pero en su radicalidad más oculta y esquiva.

Veinticinco siglos no parecen haber bastado a tantas mentes bienpensantes que han traicionado el ideal de la búsqueda apasionada de la verdad. “¿Qué es la verdad?” se preguntan, como cómodos pilatos de la vida burguesa, bien aderezada por la fama mediática que no regatea prebendas a los que siguen el guión del poder. Han dejado atrás la filosofía, renunciando al amor a la sabiduría y se han convertido en sirvientes del poder y cómplices de la hipnosis ética colectiva que ha llegado a convencer a la sociedad de que es más libre cuanto más siga sus deseos.

Hace algo más de un mes, presencié unas jornadas en las que dos conocidos filósofos repetían incesantemente la palabra “razón” en un eterno canto a lo supremo de la existencia humana. En ningún momento se habló de sabiduría, ni siquiera de inteligencia. Este es el problema de la filosofía posmoderna: ha renunciado a la verdad, y por tanto ha traicionado su propia esencia. No es heredera de ninguna tradición filosófica, porque actualmente se filosofa por afán de poder, cuando no simplemente por ejercer una profesión. Pero, ¿qué ha sido del abismo de la realidad que asustaba al mismo Platón al asomarse a las profundidades del ser? La renuncia a la Metafísica es un síntoma más que evidente de la renuncia a la reina del conocimiento filosófico. Sin Metafísica, ¿qué filosofía nos queda? Solo levanta interés lo que se refiera al modo pragmático de ordenar la sociedad, para evitar evidentes indeseables como la violencia o el delito. Equivocaron sus cuidados, como el que pretendía que la planta creciera cuidando sus hojas, sin alimentar su raíz. Citan los clásicos, a conveniencia, pero no se los creen, ni sus metas, ni su espíritu. Secuestran el lenguaje filosófico y lo retuercen, lo amputan y experimentan con espíritu del médico nazi que poco respeto siente por el lenguaje y la realidad.

Parece que la Filosofía surgió, para algunos, en la época de las luces. Como si las luces no tuvieran sombras. Las luces que destronaron a Notre Dame en París, que hicieron un dios laico a la medida y bajo el dominio del hombre. Antes de ello, la oscuridad, la falta de “racionalidad”, como si la Edad Media hubiera sido un paréntesis entre dos épocas luminosas de la Humanidad, la clásica y la lumínica (luciferina, quizás deberíamos llamarla). ¿De qué fuentes bebieron todos los ilustrados? ¿Quién permitió la transmisión del saber clásico sino el monje estudioso, la Universidad creada por la Iglesia, por entonces, llamado solamente cristiana? Hablan de luz los hijos intelectuales de una tropelía sangrienta revolucionaria, que no supo variar el rumbo de la Historia sino asesinando a sus oponentes, para después afirmar que todos tienen derecho a la vida. La Ilustración fue un movimiento burgués que propugnó como medio de adquisición del poder la violencia más extrema que en el momento era posible. Revestido, eso sí, de la inmaculada declaración de derechos, tras haberlos aplastados: ¿cuál no se violó para crear ese nuevo orden?

La decadencia del orden creado a partir de la segunda guerra mundial, experiencia traumáticamente única, que podía haber hecho cambiar el rumbo de la decadencia filosófica y moral de Europa, parece no haber sido suficiente. Y si tal experiencia no lo fue, difícil es pensar en otra de mayor entidad.

El ahondamiento y el cultivo de la experiencia aniquiladora es satánicamente atractiva para una parte menor pero no desdeñable de la sociedad, y desafortunadamente, cuenta con los recursos para estar presente en el poder y las instituciones.

Solamente recuperando la filosofía auténtica, el saber clásico que creía en la sabiduría y amaba la verdad, puede permitir rectificar una trayectoria social que encierra en su modo de proceder el principio de su fin.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Dont touch WIKILEAKS, faked DEMOCRACY!!!
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